Multimedia
Revista
Entrevista
Entrevista a David Fernández
Danza, Bach y pantallas de LED
Cuando a los 18 años se topó por casualidad con la danza y el chelo decidió entregarse a ellos con todas sus energías y abandonar una etapa radical y convulsa. Desde entonces, este performer, actor y músico madrileño, mantiene un ritmo vertiginoso de creación, “soy muy currante y obsesivo”, declara. Los 7 suicidios de un gato (2004) su primera pieza, fue su excelente carta de presentación. Después de un año repleto de actividad en el que ha presentado tres propuestas diferentes, acaba de estrenar El corazón, la boca, los hechos y la vida.
Por Sara Esteller

P- Esta nueva pieza ¿de qué impulso surge?
R- Como todo lo que hago, de una necesidad de comunicar algo y de hacerlo de una forma personal, proponiéndome algo radicalmente opuesto a lo anterior. Hasta ahora he estado haciendo un trabajo de improvisar, de utilizar los errores, el desastre. Llevo cuatro años con la compañía y estoy descubriendo mi lenguaje, investigando con el público y con el tiempo escénico de la representación, por eso voy haciendo cosas que para mi supongan un reto, y esta pieza es un compendio de acciones, con pantallas de PSP, con programas, cámaras,… y si algo sale mal se va a la mierda, es como una dominó en el que no puede fallar ni una sola pieza; era como ponerme deberes. Lo de la pantalla de LED, que es el elemento principal, lo llevo investigando desde hace tres años. Y dramatúrgicamente está el tema de Bach. Desde hace 14 años no soy nada sin Bach, es mi gimnasio; y el tema del padre, que representa el poder. Siempre cargo en mis trabajos contra el poder, contra el que supuestamente me da de comer, o un dinero, porque considero que es fundamental renunciar al tutelaje para descubrir quien eres.
P- ¿Qué aporta la tecnología a tus espectáculos?
R- Soy un chico de barrio, permeable a todo, me gustan los videojuegos, los móviles… integrar todo ese mundo de lo que veo en la calle -las pantallas, el sonido, las maquinas-, para mi es muy natural, lo vengo haciendo hace tiempo. Tengo una idea, empiezo a desarrollarla, me meto a trabajar y empiezan a salir cosas que de repente para mí tienen sentido, hay algo que las une y existe una coherencia.
P- ¿Qué relación mantienes con la danza en tu trayectoria?
R- Con la danza tengo una relación de amor-odio total. Es el punto de partida de todo, quien hace lo que sea pero ha empezado siendo bailarín tiene mucha libertad y la cabeza muy abierta, los demás son muy rígidos. A mí el chelo me viene muy del cuerpo, y con el teatro soy muy físico también. Me cago en la danza mucho, pero es donde yo eché raíces. Cuando hago teatro me cago en el teatro, lo mismo con la música, para hacer algo necesito cuestionarlo.
P- ¿Estás dispuesto a seguir haciendo todo tú solo?
R- Considero que ahora mismo estoy en un estado muy puro, no es algo que haya pensado, me he dado cuenta de que es mi actitud. Me han ofrecido un teatro y dinero pero he dicho “no”. Para mi esto es una pelea, yo hago todo: web, diseños, luces, todo, y si pides una subvención te tienes que ajustar a unos plazos. Yo hago lo que quiero, como quiero y cuando quiero, lo que necesito y lo que siento. Eso de que no haya condicionantes, ni expectación, ni compromiso, eso es lo que yo he querido cien por cien.
P- Además de las salas alternativas ¿En qué circuitos se mueven tus creaciones?
R- El Reina Sofía me ha producido una pieza para la Noche en Blanco; en el Mercat de les Flors, Los Veranos de la Villa, tal vez salga algo con el Teatre Lliure… en el fondo yo no distingo entre unos y otros con respecto a mi trabajo y mi calidad. Quiero hacer esto que estoy haciendo pero con los mejores medios y en los mejores sitios, es una necesidad para no morirme.
P- Después de estrenar esta pieza ¿cuál es tu proyecto más inminente?
R- No pain no fun es un trabajo que he hecho con el dolor, uso el dolor físico en el cuerpo para hablar de ciertas cosas: de la verdad, de la teatralidad, de la relación que yo he tenido con el cuerpo cuando era punky. La gente me echa cera, me coso o me pongo chapitas en la piel; son acciones poco teatrales y para poder repetirlas elegí el formato foto con mi amigo Jerónimo Álvarez. Vamos a fotografiar todas esas acciones para tener un proyecto de formato acabado y que se quede ahí.
Por Sara Esteller

P- Esta nueva pieza ¿de qué impulso surge?
R- Como todo lo que hago, de una necesidad de comunicar algo y de hacerlo de una forma personal, proponiéndome algo radicalmente opuesto a lo anterior. Hasta ahora he estado haciendo un trabajo de improvisar, de utilizar los errores, el desastre. Llevo cuatro años con la compañía y estoy descubriendo mi lenguaje, investigando con el público y con el tiempo escénico de la representación, por eso voy haciendo cosas que para mi supongan un reto, y esta pieza es un compendio de acciones, con pantallas de PSP, con programas, cámaras,… y si algo sale mal se va a la mierda, es como una dominó en el que no puede fallar ni una sola pieza; era como ponerme deberes. Lo de la pantalla de LED, que es el elemento principal, lo llevo investigando desde hace tres años. Y dramatúrgicamente está el tema de Bach. Desde hace 14 años no soy nada sin Bach, es mi gimnasio; y el tema del padre, que representa el poder. Siempre cargo en mis trabajos contra el poder, contra el que supuestamente me da de comer, o un dinero, porque considero que es fundamental renunciar al tutelaje para descubrir quien eres.
P- ¿Qué aporta la tecnología a tus espectáculos?
R- Soy un chico de barrio, permeable a todo, me gustan los videojuegos, los móviles… integrar todo ese mundo de lo que veo en la calle -las pantallas, el sonido, las maquinas-, para mi es muy natural, lo vengo haciendo hace tiempo. Tengo una idea, empiezo a desarrollarla, me meto a trabajar y empiezan a salir cosas que de repente para mí tienen sentido, hay algo que las une y existe una coherencia.
P- ¿Qué relación mantienes con la danza en tu trayectoria?
R- Con la danza tengo una relación de amor-odio total. Es el punto de partida de todo, quien hace lo que sea pero ha empezado siendo bailarín tiene mucha libertad y la cabeza muy abierta, los demás son muy rígidos. A mí el chelo me viene muy del cuerpo, y con el teatro soy muy físico también. Me cago en la danza mucho, pero es donde yo eché raíces. Cuando hago teatro me cago en el teatro, lo mismo con la música, para hacer algo necesito cuestionarlo.
P- ¿Estás dispuesto a seguir haciendo todo tú solo?
R- Considero que ahora mismo estoy en un estado muy puro, no es algo que haya pensado, me he dado cuenta de que es mi actitud. Me han ofrecido un teatro y dinero pero he dicho “no”. Para mi esto es una pelea, yo hago todo: web, diseños, luces, todo, y si pides una subvención te tienes que ajustar a unos plazos. Yo hago lo que quiero, como quiero y cuando quiero, lo que necesito y lo que siento. Eso de que no haya condicionantes, ni expectación, ni compromiso, eso es lo que yo he querido cien por cien.
P- Además de las salas alternativas ¿En qué circuitos se mueven tus creaciones?
R- El Reina Sofía me ha producido una pieza para la Noche en Blanco; en el Mercat de les Flors, Los Veranos de la Villa, tal vez salga algo con el Teatre Lliure… en el fondo yo no distingo entre unos y otros con respecto a mi trabajo y mi calidad. Quiero hacer esto que estoy haciendo pero con los mejores medios y en los mejores sitios, es una necesidad para no morirme.
P- Después de estrenar esta pieza ¿cuál es tu proyecto más inminente?
R- No pain no fun es un trabajo que he hecho con el dolor, uso el dolor físico en el cuerpo para hablar de ciertas cosas: de la verdad, de la teatralidad, de la relación que yo he tenido con el cuerpo cuando era punky. La gente me echa cera, me coso o me pongo chapitas en la piel; son acciones poco teatrales y para poder repetirlas elegí el formato foto con mi amigo Jerónimo Álvarez. Vamos a fotografiar todas esas acciones para tener un proyecto de formato acabado y que se quede ahí.
El Corazón, la Boca, los Hechos y la Vida se verá en La Fundición de Bilbao el 14 y 15 de febrero