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Mirándonos las entrañas (Cía. Damián Muñoz Danza)

Publicado en Susy-Q, Revista de Danza. Número 2, mayo-junio
Mirándonos las entrañas (Cía. Damián Muñoz Danza)

Staff, el último trabajo de DMDANZA mira hacia dentro de ellos mismos y de sus 10 años de trayectoria pero lejos de ser una propuesta endogámica pretende mostrar, desde su particular experiencia, cómo nos movemos siempre bajo los ojos de nuestro testigo particular.

Texto y fotos: Xavier Sanfulgencio


Son diez años moviéndose. Damián Muñoz y Virginia García son una llave. Juntos han emprendido una aventura en la búsqueda de un lenguaje propio a través de DMDANZA (Damián Muñoz Danza), una compañía que fue pequeña y ahora apunta hacia la grandeza. Staff, su nueva creación, es probablemente la más ambiciosa que han montado. Después de todo, celebran diez años de vida artística y ocuparán el Mercat de les Flors, de Barcelona, así que la ocasión parece propicia para medir y medirse.
De origen vasco pero anclado en Barcelona, Damián Muñoz ostenta una sólida trayectoria creativa. Lejos, temporal y estéticamente, parece quedar ya Cuando me des un respiro, la coreografía con la que obtuvo el primer premio en el Certamen Coreográfico de Madrid 1995 y con la que arrancó una andadura que alcanza ya una década. Con Humedades
¿Por qué lloran las cebollas? (1996) aterrizó en el prestigioso certamen de Bagnolet, en Francia, y desde entonces ha estrenado un buen puñado de producciones, siempre guiado por una búsqueda estética, en obras que paulatinamente han ido haciéndose mas ambiciosas. Daño (1998), Asiré (2000), Las mentiras del entusiasmo (2001), Tres tristes stripteases (2003) o el doloroso y contundente dueto Ölelés (2004), creado a cuatro manos junto a Jordi Cortés, se cuentan entre sus piezas más destacadas. Solicitado docente, Muñoz, además, ha impartido clases y talleres en instituciones de la talla de Movement Research, de Nueva York, y The Theater School, de Ámsterdam. La manera de crear, a dúo cómplice, de la compañía, tiene mucho que ver con Staff.
Damián Muñoz y Virginia García son un tándem creativo que se vigila y se controla desde la experiencia de todos estos años trabajando lado a lado. Pero en la creación de la nueva pieza han sido todos los integrantes del grupo los que han participado en el proceso de construcción. Cada uno ha sido, hasta ahora, testigo silencioso del trabajo de los demás. Y es tiempo de que abandonen su silencio para tomar la palabra.

Y TOMAN LA PALABRA

Después de la sesión de fotos en la sala de ensayo, Muñoz y García se sientan a contar lo que quieren enseñar cuando Staff suba el telón. Lo primero que quieren dejar claro es que estrenar una obra sobre sus experiencias en estos diez últimos años no es ni punto final ni de partida de nada. “Teníamos ganas de mostrar cómo hemos trabajado estos últimos años y nos parecía una buena excusa hacerlon en el décimo aniversario”. Pero no hay que equivocarse. Staff no funciona a modo de resumen de sus obras anteriores. Más bien se trata de un trabajo introspectivo sobre su manera de crear. “Virginia y yo nos complementamos mutuamente de una forma extraordinaria, nos vigilamos constantemente”. “Una mirada, un gesto, y el otro ya sabe si por ahí va bien o no” añade ella. Damián se reafirma como la parte más intuitiva del dúo. Para él, la acción va primero. Virginia, en cambio, empieza creando sobre el papel, razona e intelectualiza para después llevarlo a la práctica. Dos formas de trabajar tan distintas que parece difícil creer que hayan podido funcionar durante tantos años sin fisuras. “Lo que ocurre es que yo soy la que lo tiene atado al suelo y no dejo que se escape demasiado”. “Luego llego yo” dice Damián “y cuando ella propone algo, le digo que estoy de acuerdo pero que lo hará, por ejemplo, mientras salta encima de una cama elástica”. Dicen que funcionan como lo hacía Lars Von Trier con Jorgen Leth en la curiosa película Las cinco condiciones, (Von Trier obliga a Leth a rodar un corto de cinco maneras totalmente descabelladas y diferentes) pero en su caso es recíproco, no como en el documental, donde el uno control a al otro e impone unas condiciones que se obedecen con sumisión. Se marcan mutuamente para exprimirse mejor y poder sacar lo mejor de cada uno. Son testigos el uno del otro. Damián es testimonio de Virginia como ella lo es de él. Diez años en que se controlan y vigilan. Cada uno sabe que sus acciones serán juzgadas por el otro al modo en que lo expresa Sándor Marai. "Fue una casualidad encontrar me de nuevo con Marai (el autor que fue la inspiración de Oleles). Estábamos preparando Staff cuando leí La mujer justa, su última obra publicada, y me impresionó ver cómo reflejaba el papel que tiene el testimonio del otro en nuestras vidas. El testigo silencioso que nos acompaña siempre y para el que en realidad actuamos”. Pero Staff no es una adaptación de ninguna obra de Marai sino el fruto de la experiencia compartida, no solo por ellos dos, sino también por los otros integrantes de la compañía. “Hemos querido que todos aportaran lo suyo. Son muchos años en los que nos hemos estado mirando los unos a los otros continuamente. Hemos querido trabajar con la gente que ha estado y que nos ha acompañado desde los comienzos”.

MICRÓFONOS QUE MATAN

Desde el punto de vista formal, Staff tiene innovaciones de tecnología teatral que la compañía no había utilizado hasta el momento, al menos no con tantos medios. “No es que hayamos tirado la casapor la ventana” dice Virginia, “pero sí que queríamos conseguir un ambiente y una iluminación que requería demás medios técnicos”. Utilizan varios proyectores que iluminan el escenario y que funcionan con otros tantos lectores de dvd que tienen grabadas las variaciones. Como ocurría en Ölelés los proyectores no iluminan a los bailarines sino que crean el ambiente formando halos de luz a modo de escenografía. “No queremos que los elementos escenográficos ni las luces tengan protagonismo, queremos que ayuden a crear la ambientación y que sean herramientas al servicio de la obra. Por ejemplo, en escena hay una cama elástica pero ésta no tiene una importancia ni temporal ni visual en la obra. Simplemente está ahí y la utilizamos. Ahora saltamos, luego ya no, y más tarde volvemos a saltar”. No solamente utilizarán elementos nuevos para ellos sino que pretenden dar usos distintos a herramientas que se utilizan habitualmente. “Usamos micrófonos pero no son para hablar. Los utilizamos a modo de pistolas. Se apunta y se dispara”. De nuevo la fuerza de la voluntad de uno sobre otro. La palabra como arma, como voluntad ajena que moldea e incluso transforma. El estreno de la nueva producción está previsto hacerlo en Barcelona pero han decidido presentar algunas funciones previas en distintos lugares de España para ir consolidando la propuesta. “No mostramos un trabajo en proceso en esta especie de previas, es más bien un prueba para ver cómo responde el público” afirma Damián. “Lo que hemos presentado hasta ahora está consolidado, la obra se irá haciendo mayor hasta el día del estreno” interviene ella.
Con Staff, DMDANZA efectúa un salto como mínimo a nivel técnico y de recursos. Es por ello que, sin ser ésta una intención
explícita de la compañía, es posible que nos encontremos ante un cambio de rumbo. Bajo esa sospecha aparece también un curioso temor por parte de Damián. “Existen compañías grandes y pequeñas. El problema surge cuando no se es ni grande ni pequeño. Cuando tus recursos no llegan a los de las grandes compañías pero utilizas elementos técnicos y escénicos que lo parecen, puede dar la impresión de que estás intentando hacer lo que no te toca”. Ese temor a
dar una imagen de “quiero y no puedo”, parece quedar eliminada de buen comienzo por el hecho de tenerlo presente y, por esa
constante vigilancia a que ellos mismos se someten continuamente el uno al otro.





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