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Generosa y fiel
Publicado por José Manuel Garrido en El País, 3 de mayo de 2015
Grande entre las grandes, Maya Plisétskaya tenía dos características que, para mí, la distinguieron siempre: su generosidad y la fidelidad, la irrenunciable apuesta por ser amiga de sus amigos. Era grande en el arte y en la vida. Su lealtad conmigo la puso de manifiesto en múltiples ocasiones, y así lo escribió ella misma en sus memorias.
La idea de hacerla venir a España para dirigir el Ballet del Teatro Lírico (hoy Compañía Nacional de Danza) surgió con el propósito de traer a Madrid a alguien de relevancia internacional en el ámbito del ballet académico y que continuara la labor que empezó María de Ávila. De modo que fuimos a buscar a una de las fuentes más fiables: Rusia, y especialmente a Moscú. Así, Maya vino con su equipo de maestros y montadores con la idea siempre en el horizonte de recuperar el tiempo otrora perdido, de nivelar al ballet clásico español y homologarlo a nuestros vecinos europeos.
La encontré por primera vez en su apartamento moscovita, una casita encantadora donde había muchísimos zapatos por doquier. En aquel primer encuentro, como no podía ser de otra forma, estaba presente un funcionario soviético de una empresa estatal de contratación de artistas. Le ofrecí venir y ella estuvo muy abierta desde el primer momento; puedo decir que se la veía entusiasmada con la idea. Sin embargo, por encima de los valores artísticos y estéticos, quiero resaltar su lealtad; en el plano humano, fue siempre cercana, muy clara, honesta. Decía lo que pensaba que tenía que decir. Ella, que señaló desde el escenario con el dedo al mismo Stalin, me invitó personalmente a su homenaje en el Teatro Bolshói (ocasión en que bailó Joaquín Cortés) y en el que pude comprobar cómo el público moscovita y ruso en general se rendía ante ella con aplausos interminables, lluvias de flores y una devoción plenamente justificada. Los rusos sabían que tenían en Maya a un tesoro vivo, a todas luces irrepetible.
La última vez que actuó en el Teatro de Madrid, en La Vaguada, la invité a dar unas clases magistrales, que registraron una matrícula completa, fueron un éxito y ella las cerró bailando con sus dos abanicos rojos Ave Maya, la pieza que le creó Maurice Béjart y que era otra muestra de generosidad. Cuando alguien intentó hablar con ella de sus honorarios por aquellas lecciones ejemplares, dijo: “Que Garrido me invite a jamón de jabugo”.
José Manuel Garrido Guzmán fue director general del INAEM, del Ministerio de Cultura, y responsable del fichaje de Maya Plisétskaya para dirigir el Ballet del Teatro Lírico.
Foto: Efrem Lukatsky (AP)