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Entrevista Javier Barón
"Hay que respetar a los maestros. Sin ellos no hay futuro"
Javier Barón ha ganado por derecho propio y por años y por profesión un merecidísimo Premio Nacional de Danza en su edición de 2008, un galardón que al bailaor de Alcalá de Guadaira (Sevilla), le ha llenado de orgullo, aunque confiesa que no le ha cambiado sino que le ha dado responsabilidad.
Por Marta Carrasco Fotos: Paco Martín
Se inició en el baile a la edad de siete años, pero a los diez se marcha a Madrid a casa de su tío Manolo Rico, matador de toros. Ese ‘mecenazgo’ le permitió forjarse como bailaor -con maestros como Toni "El Pelao", hasta que en 1975 entrar a formar parte de las compañías de Luisillo, Rafael de Córdoba, Ciro y Rafael Aguilar, entre otros. En 1977 obtiene la mención honorífica "Pastora Imperio" en el VIII Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba y en 1981 ingresa como bailarín en el Ballet Nacional de España bajo la dirección del también sevillano Antonio Ruiz Soler, época que él recuerda como una de las más fructíferas de su vida. A los cuatro años decide continuar su carrera en solitario y participa en giras junto a famosos artistas flamencos.
En 1988 la Bienal de Flamenco de Sevilla le otorga el Giraldillo del Baile, y desde entonces su carrera ascendente ha recorrido los escenarios de todo el mundo. Crea montajes como Pájaro negro, Sólo por arte, Ramito de locura para la Compañía Andaluza de Danza, y posteriormente, Baile de Hierro, Baile de Bronce (2000), Dime (2002), Notas al pie (2004), Dos voces para un baile (2006) y Meridiana (2007).
P- ¿Buen momento profesional Javier?
R- El Premio Nacional me ha venido en un momento nada esperado y me ha dado muchísima responsabilidad. Es lo más grande que me podían dar en mi carrera, sin desprestigiar otros premios que antes me han abierto muchas puertas... pero para mí ha sido lo más importante. Ha llegado además en un momento personal clave, pues me ha hecho reflexionar en muchas cosas que he pasado, tanto buenas como malas. Estoy en un momento muy bonito.
P- ¿Ha pasado mucha fatiga en esto del baile?
R- Últimamente las cosas que uno quería, no venían. He estado llamando a muchas puertas para poder presentar los espectáculos y a veces no lo he conseguido y a mí esto me quita mucho, me quita estar relajado a la hora de crear. Pero las cosas parece que vienen cuando uno menos se lo espera. El premio nacional me ha levantado mucho el ánimo, y después de que me lo dijeron, he dormido muy bien. Ahora sí creo que hay ideas que tengo en la cabeza que se pueden hacer, incluso retomar antiguos trabajos que pueden volver a funcionar. Te da pena que las cosas desaparezcan y que el público que te sigue no pueda verlas porque sólo se estrenan en un lugar.
P- ¿Le duele la ausencia de algún espectáculo de forma especial?
R- A todos les tengo un especial cariño por cómo se han hecho y realizado, pero quizás me gustaría retomar Dime (estrenado en la Bienal de Flamenco de Sevilla en 2002), porque me sentí de una forma muy especial en ese montaje, muy conmigo.
P- Era muy especial porque usted salía bailando incluso con una bata de cola, y se recitaba en escena poemas de Lorca...
R- Yo nunca había utilizado el humor para el flamenco, y es que Pepa Gamboa y Belén Candil, las directoras del montaje, me llevaron a una situación insólita para mí que luego resultó enriquecedora e increíble y que el público disfrutó mucho. Dar un poco de humor fue estupendo y resultó, la gente se lo pasó bien y el montaje tenía una enorme calidad artística por su elenco. Dime sería hermoso volver a hacerlo en cualquier lugar de España.
P- ¿Se considera un bailaor clásico?
R- Soy bailaor pero siempre estoy con "atrevimientos", eso siempre debe existir. Tú tienes que dar todo ante el público cuando creas algo. Mi manera de bailar es clásica aunque a veces me meto en situaciones ajenas a lo clásico, más abiertas, como ocurrió en el Dime, un montaje que fue para mí un aprendizaje tremendo.
P- ¿Hasta qué punto un flamenco debe dejarse dirigir?
R- Nunca es todo al cien por cien, pero puedes dejar el cincuenta para que alguien te aporte nuevas cosas a la línea que tú llevas siempre y la que espera tu público.
P- Hablando de renovación, usted que ha pertenecido al elenco del Ballet Nacional de España, ¿cree que necesita una renovación?
R- Recuerdo que estuve con la anterior directora haciendo unas audiciones en Madrid y veía a la gente muy diferente a mi época, un momento en el que los entonces bailarines del BNE teníamos un increíble afán de alcanzar algo más. Cuando se montaba una coreografía nueva aspirábamos a más, siempre con el fin egoísta, pero sano, de ascender. Ahora veo que los bailarines quieren protagonismo pero sin tener las bases y el conocimiento que deben.
P- Ustedes bailaban en aquella época Clásico Español, Escuela Bolera, Regional y flamenco...
R- A mí lo que me desapareció fue el flamenco. Yo pensaba que me iba a olvidar de él, pero era tan impactante, y entré tan joven, que todos los días aprendía cosas. Además con Antonio tenías que aprender por fuerza, imponía una disciplina severa pero a la vez muy buena. Yo siempre le he dado muchas gracias a Antonio y a aquella época porque lo que entonces aprendí me ha servido para lo que luego he hecho. Me metí todas esas enseñanzas en un baúl y las he ido sacando poco a poco. Le agradezco muchísimo al Ballet Nacional que me aportara tanto.
P- ¿Cree que al baile le falta disciplina en estos momentos?
R- Ahora veo ahora mucha preparación, pero por otra parte se pasan por querer llevar las cosas tan al límite. Respeto a todo el mundo y me interesa verlos a todos, se aprende día a día. Lo que ocurre es que hoy todo el mundo quiere coreografiar en seguida y, por supuesto, hacer una compañía, y eso es difícil y cuestión de tiempo. Todo tiene que llegar a sus pasos. Y, por otra parte, hay gente joven que está aportando mucho al flamenco, pero esos son excepciones. La mayoría necesitan tiempo.
P- ¿Le gusta la palabra pureza?
R- Hasta cierto punto. Hay que estudiar otras cosas. Se nace con eso y después hay que estudiar y prepararse. De esto me he dado cuenta con el tiempo. Entré en el BNE muy puro, muy flamenco y me bajaron los humos, pero para mejor. Hay que ver y escuchar mucho.
P- ¿A quien le ha dedicado el Premio Nacional de Danza?
R- A todos mis maestros, porque han desaparecido muchos. A todos lo que he guardado en mi baúl. Hay que respetar a los maestros, son nuestras fuentes. Sin ellos no existe el futuro, porque son el timón de este barco y nuestros referentes.