Multimedia
Revista
Entrevista
Entrevista a Shantala Shivalingappa
Publicada el 15 de febrero de 2010
Tras su paso por Andalucía y Madrid, la bailarina india Shantala Shivalingappa, nacida en Madras y educada en París, aterrizó en Barcelona con Namasya, un programa de cuatro solos en el que la intérprete, formada en la danza clásica de la India, que aprendió sobre todo junto a su madre la bailarina Savitry Nair, muestra un discurso más contemporáneo, dibujado en los últimos años al lado de maestros como Pina Bausch con quien trabajó en diversos montajes. Shantala Shivalingappa se alza como destacada figura en el mapa escénico internacional y su presencia, que destila belleza y precisión, es requerida en destacados festivales y escenarios a los que ha subido la danza india: desde el estilo Kuchipudi a lenguajes más contemporáneos. A su paso por Madrid nos habló de todo ello en un perfecto español, por cierto, que aprendió en la escuela en París.
“En mi familia la danza y la música de la India siempre ha estado muy presente. En mi casa siempre había músicos y vivirlo era algo muy natural. Yo empecé a tomar clases con mi madre, a los 6 ó 7 años, con el resto de niños. Empecé trabajando las manos, los brazos… y recuerdo que me gustaba, pero tampoco era una pasión”
P: ¿Y en qué momento pasó a ser algo más serio?
R: Pues yo tenía quince años y mi madre quería que aprendiera una pequeña coreografía de su maestro de danza al estilo Kuchipudi. La aprendí y fue toda una revelación. Era una coreografía sobre el dios Shiva, y fue muy especial sentir los movimientos en mi cuerpo. Desde ese momento ya no hubo otra cosa en mi cabeza que bailar, bailar y bailar. Fue un gran cambio
P: Usted ha trabajado con grandes de la danza como Maurice Béjart, Pina Bausch o Amagatsu, ¿con qué se queda de cada uno de ellos?
R: Pues con un amor muy grande hacia la danza. Con la idea de que la danza es algo muy valioso. Que hay que trabajarla con rigor y calidad, lo mejor posible, para que sea algo verdadero, honesto y auténtico.
P: Desde hace unos años usted presenta sus trabajos en destacados festivales y escenarios internacionales, ¿qué diría que gusta tanto de su trabajo? ¿qué lugar cree que ocupa dentro de la danza?
R: En primer lugar pienso que es raro encontrarse con una persona que baila danza clásica india y contemporánea. Por otro lado, el haber trabajado con maestros como Pina Bausch y Béjart me ha dado mucha visibilidad y atrae la atención de los espectadores. Me ha servido para atraer gente al teatro que normalmente no iría a ver danza clásica india. A la hora de estar en un escenario, yo me siento llevada, transportada de alguna manera, y creo que esa energía que se crea se siente en el patio de butacas.
P: Realmente se le ve concentrada en el escenario y la experiencia de verla se convierte en una especie de hipnosis…
R: Es como olvidarme de mí misma y entrar en otra dimensión. Yo con la danza viajo a otro lugar. A otro plano distinto al cotidiano. Me siento en relación con algo que está fuera de mí. La concentración en los movimientos y la alquimia con la música es algo que se crea y se puede compartir con el público.
P: Namasya está compuesto de cuatro solos, ¿cómo fue la configuración de este programa?
R: Yo ya tenía el solo creado en residencia en el Tanztheater Wuppertal de Pina Basuch, y le pedí a Ushio Amagatsu, coreógrafo de danza butoh al que admiro, si le apetecía montar uno para mí. Aceptó y trabajar con él ha sido maravilloso. El resultado fue Ibuki, pieza que abre el programa. Mi madre también firma otro solo, Smarana, que significa “Recuerdo” y que montaba cuando falleció Maurice Béjart con quien mi madre siempre tuvo una relación muy especial… Pero necesitaba otro solo, así que pensé: `no puedo ir pidiendo todo el rato, ¿por qué no hago yo una pieza también?´ Y creé Shift. Además el programa se completa con unas proyecciones donde se me puede ver al estilo Kuchipudi, en cámara lenta, realizadas por Alexandre Castres.
P: ¿Y cómo ha resultado la experiencia de crear?
R: Cuando tengo una idea se queda siempre en mi mente, me acompaña todo el tiempo y sigue desarrollándose en otras cosas que busco o simplemente me vienen. Me inspira mucho la música, también la naturaleza, y cuando creo busco encontrar una calidad personal y la mayor sinceridad posible. Pienso que si uno está siendo honesto se da una conexión con el público y se puede transmitir.
P: Desde hace algunos años se está dando una fuerte presencia de Bollywood en Europa, ¿qué opina del fenómeno?
R: A mí el Bollywood me encanta, es para todos los públicos, une a todo tipo de espectadores y su energía es maravillosa. Pero es importante saber la diferencia con la danza clásica india. La forma es muy diferente, y la intención también.
P: ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
R: Pues preparo un nuevo solo de Kuchipudi que se estrenará a finales de abril en París. Me encantaría volver a España con Kuchipudi…
Namasya. Mercat de les Flors de Barcelona. Del 26 al 28 de febrero
“Bailar es como olvidarme de mí misma y entrar en otra dimensión”
Tras su paso por Andalucía y Madrid, la bailarina india Shantala Shivalingappa, nacida en Madras y educada en París, aterrizó en Barcelona con Namasya, un programa de cuatro solos en el que la intérprete, formada en la danza clásica de la India, que aprendió sobre todo junto a su madre la bailarina Savitry Nair, muestra un discurso más contemporáneo, dibujado en los últimos años al lado de maestros como Pina Bausch con quien trabajó en diversos montajes. Shantala Shivalingappa se alza como destacada figura en el mapa escénico internacional y su presencia, que destila belleza y precisión, es requerida en destacados festivales y escenarios a los que ha subido la danza india: desde el estilo Kuchipudi a lenguajes más contemporáneos. A su paso por Madrid nos habló de todo ello en un perfecto español, por cierto, que aprendió en la escuela en París.
“En mi familia la danza y la música de la India siempre ha estado muy presente. En mi casa siempre había músicos y vivirlo era algo muy natural. Yo empecé a tomar clases con mi madre, a los 6 ó 7 años, con el resto de niños. Empecé trabajando las manos, los brazos… y recuerdo que me gustaba, pero tampoco era una pasión”
P: ¿Y en qué momento pasó a ser algo más serio?
R: Pues yo tenía quince años y mi madre quería que aprendiera una pequeña coreografía de su maestro de danza al estilo Kuchipudi. La aprendí y fue toda una revelación. Era una coreografía sobre el dios Shiva, y fue muy especial sentir los movimientos en mi cuerpo. Desde ese momento ya no hubo otra cosa en mi cabeza que bailar, bailar y bailar. Fue un gran cambio
P: Usted ha trabajado con grandes de la danza como Maurice Béjart, Pina Bausch o Amagatsu, ¿con qué se queda de cada uno de ellos?
R: Pues con un amor muy grande hacia la danza. Con la idea de que la danza es algo muy valioso. Que hay que trabajarla con rigor y calidad, lo mejor posible, para que sea algo verdadero, honesto y auténtico.
P: Desde hace unos años usted presenta sus trabajos en destacados festivales y escenarios internacionales, ¿qué diría que gusta tanto de su trabajo? ¿qué lugar cree que ocupa dentro de la danza?
R: En primer lugar pienso que es raro encontrarse con una persona que baila danza clásica india y contemporánea. Por otro lado, el haber trabajado con maestros como Pina Bausch y Béjart me ha dado mucha visibilidad y atrae la atención de los espectadores. Me ha servido para atraer gente al teatro que normalmente no iría a ver danza clásica india. A la hora de estar en un escenario, yo me siento llevada, transportada de alguna manera, y creo que esa energía que se crea se siente en el patio de butacas.
P: Realmente se le ve concentrada en el escenario y la experiencia de verla se convierte en una especie de hipnosis…
R: Es como olvidarme de mí misma y entrar en otra dimensión. Yo con la danza viajo a otro lugar. A otro plano distinto al cotidiano. Me siento en relación con algo que está fuera de mí. La concentración en los movimientos y la alquimia con la música es algo que se crea y se puede compartir con el público.
P: Namasya está compuesto de cuatro solos, ¿cómo fue la configuración de este programa?
R: Yo ya tenía el solo creado en residencia en el Tanztheater Wuppertal de Pina Basuch, y le pedí a Ushio Amagatsu, coreógrafo de danza butoh al que admiro, si le apetecía montar uno para mí. Aceptó y trabajar con él ha sido maravilloso. El resultado fue Ibuki, pieza que abre el programa. Mi madre también firma otro solo, Smarana, que significa “Recuerdo” y que montaba cuando falleció Maurice Béjart con quien mi madre siempre tuvo una relación muy especial… Pero necesitaba otro solo, así que pensé: `no puedo ir pidiendo todo el rato, ¿por qué no hago yo una pieza también?´ Y creé Shift. Además el programa se completa con unas proyecciones donde se me puede ver al estilo Kuchipudi, en cámara lenta, realizadas por Alexandre Castres.
P: ¿Y cómo ha resultado la experiencia de crear?
R: Cuando tengo una idea se queda siempre en mi mente, me acompaña todo el tiempo y sigue desarrollándose en otras cosas que busco o simplemente me vienen. Me inspira mucho la música, también la naturaleza, y cuando creo busco encontrar una calidad personal y la mayor sinceridad posible. Pienso que si uno está siendo honesto se da una conexión con el público y se puede transmitir.
P: Desde hace algunos años se está dando una fuerte presencia de Bollywood en Europa, ¿qué opina del fenómeno?
R: A mí el Bollywood me encanta, es para todos los públicos, une a todo tipo de espectadores y su energía es maravillosa. Pero es importante saber la diferencia con la danza clásica india. La forma es muy diferente, y la intención también.
P: ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
R: Pues preparo un nuevo solo de Kuchipudi que se estrenará a finales de abril en París. Me encantaría volver a España con Kuchipudi…
Namasya. Mercat de les Flors de Barcelona. Del 26 al 28 de febrero