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Entrevista a María Rovira. Directora de la Cía. Trànsit Dansa

Publicado en la Revista `Con D de Danza´. Núm. 12
Entrevista a María Rovira. Directora de la Cía. Trànsit Dansa

Enlace a la Revista Con D de Danza


Tránsito fluído

María Rovira es una de las coreógrafas de danza contemporánea más destacadas del panorama artístico internacional. Con una dilatada y ecléctica formación, la bailarina catalana lleva al frente de su compañía más de 20 años. Recién obtenida la residencia en el teatro de Mataró, Rovira vuelve a escena con El Salto de Nijinsky.

Por Ana López

Su formación comienza en la escuela de Ramón Soler para pasar después al Institut del Teatre de Catalunya. Tras su participación en el Internacional Dance Workshop, dirigido por Gerard Collins en Tarragona, emprende una nueva ruta profesional que la llevará al Internacional Dance Center (CID) de Paris, donde estudió con Peter Goss. Más tarde obtuvo una beca en la escuela de Merce Cunningham en Nueva York y en la Maison de la Danse de Lyon. En 1985 regresa a España y funda Trànsit con la que ha estrenado más de quince espectáculos. Además de dirigir la compañía, Maria Rovira ha trabajado como coreógrafa freelance en diferentes formaciones internacionales. Una intensa actividad que le reportó en 1998 el Premio Nacional de Danza otorgado por la Generalitat de Cataluña.


P- ¿Qué supuso Trànsit para el panorama de la danza nacional?
R- En aquellos años, era difícil que una compañía constituida por bailarines jóvenes irrumpiese en el mundo de la danza. Había pocas formaciones y las que nacían lo hacían amparadas por el Institut del Teatre. Cuando regresé de estudiar impartí un curso en Mataró al que acudieron artistas muy especiales. Rescaté a cinco intérpretes que habían realizado el curso y creé Noviembre, que fue seleccionada para la Bienal de países mediterráneos, lo que nos permitió interpretarla por toda Europa. En este sentido, Trànsit fue una compañía que puso su granito de arena en el panorama de la danza en una época donde las compañías avanzaban muy rápido.
P- En 2006 la compañía cumplió 20 años y para celebrarlo presentó en Barcelona un espectáculo recopilatorio, ¿cómo lo acogió el público?
R- Muy bien, nuestro repertorio funcionó independientemente de la época de su creación. Quise mirar atrás y examinarme a mi misma. He tenido la suerte de mantener la compañía durante más de 20 años y me apeteció volver recuperando no sólo piezas emblemáticas sino otras que no se habían visto en España por formar parte del repertorio de otros ballets extranjeros. Fue una verdadera sorpresa la acogida de público que obtuvimos.
P- ¿Se siente profeta en su tierra?
R- No para nada, aunque en el fondo todos queremos que nos reconozcan es muy difícil. Cuando me otorgaron el Premio Nacional de Danza de la Generalitat en 1998 sentí una enorme satisfacción. Creo que en mi tierra no me aprovechan bien, yo soy muy generosa trabajando; he viajado mucho, y tener una visión de la danza en este sentido es positivo. Me encanta Barcelona, sobre todo el movimiento de danza que se creó en los ochenta. Actualmente la danza esta volviendo a resurgir en Cataluña, ha habido una voluntad política de apoyarla, aunque es necesario esperar un cierto tiempo para ver como evoluciona la situación. Debe existir un proyecto que beneficie todo tipo de danza y sepa emplazarla en el lugar que corresponda.
P- ¿Cómo definiría su estilo de danza?
R- Me gusta mucho el movimiento coral. También le doy mucha importancia a los brazos y a las manos ya que para mí tienen una gran fuerza expresiva. He recibido una formación muy variada, he trabajado con grandes maestros de la danza y todo se me ha quedado grabado en mi cuerpo. Mis espectáculos también tienen una carga muy grande de espiritualidad. La danza es una manera de vivir, de pensar... y por tanto también tiene fines universales.
P- Acaba de obtener la residencia en Mataró donde se estrenará El salto de Nijinsky, ¿qué pretende mostrar la obra?
R- La idea de la pieza surgió al ver una fotografía del bailarín que recoge un espectacular salto que realizó cuando llevaba trece años postrados en la silla de un manicomio. Esta imagen me impresionó y pretendo realizar un trabajo sobre la memoria del cuerpo.




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