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Entrevista a Juanjo Arqués. Solista del Het National Ballet
No limits
Es tranquilo, cercano y cariñoso. Siempre tiene una sonrisa a mano y una respuesta amable. Murciano de pro, Juanjo Arqués se formó de la mano de José Antonio Robles, un maestro que, reconociendo su talento en ciernes, le invitó a volar para crecer y desarrollarse como bailarín y coreógrafo. Su primera parada fue Madrid y la Escuela de Carmina Ocaña, maestra de la que habla con agradecimiento y devoción. Cuando terminó sus estudios entró a formar parte de la Compañía de Víctor Ullate, donde aprendió a subirse al escenario sin miedo. Su primer destino internacional fue el English National Ballet y desde hace seis años es solista del Het National Ballet de Holanda. Allí ha encontrado la oportunidad de investigar en su faceta como coreógrafo. Un futuro sin límites se abre ante los ojos de Juanjo Arqués.
Por Anabel Poveda Fotos: Àngela Sterling
Siente que está en un buen momento, en plena madurez interpretativa como bailarín, y desarrollando sin prisa, pero sin pausa, su faceta como coreógrafo. Afincado en Holanda desde hace seis años, Juanjo Arqués vive cobijado por el Het National Ballet, una de las compañías más importantes de Europa. Allí, además de bailar más de lo que le gustaría, según confiesa con una sonrisa, le ha dado rienda suelta a sus inquietudes como creador. Con la mente puesta en su futuro, está volcado en la coreografía, sin olvidar que todavía tiene mucho que decir como bailarín. Entre espectáculos del Het, galas, proyectos y encargos, vive en un continuo estrés mental que reconoce estimulante. Inquieto desde pequeño, pronto empezó a realizar pequeños proyectos coreográficos en Murcia, en asociaciones, en Inglaterra y en workshops, hasta que su gran oportunidad llegó en Holanda, cuando le seleccionaron para presentar sus trabajos con la compañía. “Ted Brandsen siempre me ha arropado y me ha empujado. Me tiene arropado para coreografiar, me está dando muchas comisiones, la siguiente es para una gira que hay en Frankfurt en octubre y tiene que ser dinámica, moderna y con música electrónica. Será un triple bill donde mi pieza será ¡telonera de Hans van Manen!”. Al proceso de búsqueda de materiales, músicas, conceptos y movimientos para esta pieza de encargo, le suma ensayos de Quijote, preparación de Forsythe, tema y variaciones y algunas galas.
No sólo puede compaginarlo todo sino que se siente muy libre para crear porque asegura que “el Het es muy abierto, muy liberal, muy progresista y se impulsan las nuevas ideas, las nuevas tecnologías con muchísima libertad”.
Sociólogo en potencia
En sus piezas no le gusta contar historias, asegura que no es para él, aunque sí existe un concepto al que se agarra para ir dándole forma a la coreografía. Le gusta observar a la gente y ver cómo se relacionan los seres humanos. En una de sus piezas utilizó las redes sociales como hilo conductor, con una proyección que creaba una cuarta dimensión en la que los bailarines se convertían en puntos de luz conectados entre sí, como puede pasar en Facebook o Twitter. Con la música le sucede algo parecido, a veces empieza a coreografiar con una, y romper a algo totalmente opuesto, para disgusto de sus bailarines. Cree firmemente que el resultado suele ser más interesante.
Si a la hora de montar se considera creativo, no lo es menos cuando se sube al escenario. “Creo que soy uno de los bailarines con más movimiento de la compañía. Siempre que hay creaciones nuevas me utilizan, o los coreógrafos quieren trabajar conmigo en cosas innovadoras, lo que hace que madures con una información más rica a la hora de manejar vocabulario. Mi objetivo sería intentar buscar mi movimiento, poner mi firma. Estoy intentando crear un estilo, pero es difícil ser Solista y coreógrafo, ya que tengo que hacer muchas cosas en mi tiempo libre. Es entonces cuando creo las ideas, las músicas, el material, hablo con el diseñador de luces, el músico, trabajo con arquitectos…. Quiero seguir bailando dos o tres años más, hasta que haga el cambio hacia la coreografía y me centro sólo en eso”.
Con un estilo que define como “muy neoclásico, muy arriba”, si le dieran a elegir, le encantaría quedarse como coreógrafo residente en el Het. “Es una compañía grande en la que he estado trabajando, conozco a los bailarines, al staff, ha sido donde he creado mis primeras coreografías y estaría muy bien. Estoy haciendo como cuna, aunque también me interesaría sacar mi trabajo fuera. Estoy en pleno networking y hay compañías interesadas, sinceramente me gustaría hacer las dos cosas… compaginar Holanda con tener tiempo para montar en otros sitios”.
En el Het National ha encontrado la compañía que cumple todos los requisitos. Ve una mezcla perfecta entre el estilo más neoclásico o contemporáneo que pudo bailar con Ullate (etapa que recuerda con cariño, pues confiesa que aprendió muchísimo, y donde se le quitó el miedo a bailar), y todos los clásicos del English National (donde se convirtió en un fantástico partenaire). Sabe que Ámsterdam es el último paso de su carrera como bailarín y la ciudad le gusta mucho, dice que “es muy joven y encantadora, no hay mucha luz pero es muy ecológica, es muy tranquila, tienes todo, es como un pueblo pequeñito y la compañía hace un repertorio muy rico, clásico, neoclásico, Balanchine, Forsythe, Hans Van Manen”… No puede negar que se siente orgulloso de lo que ha conseguido con esfuerzo, paso a paso, siguiendo su camino sin poner zancadillas a nadie, pues asegura ser ambicioso en su justa medida. “Al final, con esfuerzo, el tiempo pone a todo el mundo en su sitio”.
País ejemplar
Viviendo en primera personal el modelo cultural holandés, es inevitable que Juanjo lo alabe. “Acercan las artes escénicas y la cultura a los niños como algo natural, creando un público fiel que, cuando es adulto, abarrota los teatros. Allí ser artista está recocido, en España dices que eres bailarín y te preguntan ‘sí bailarín y ¿qué más?’ Como si a los profesionales nos quedara tiempo para otras cosas. Hay otra tradición, otro respeto, y les funciona muy bien. Nosotros incluso competimos con otras grandes compañías y todos los programas están llenos, hay un público muy variopinto para toda la danza”.
Entre esas compañía con las que compiten en venta de entradas está el Nederlands Dans Theater, aunque Arqués asegura que se llevan muy bien, y que no hay rivalidades porque ellos son “una compañía excepcional, un laboratorio de creación donde van los mejores coreógrafos a experimentar con los mejores bailarines”. Cuenta que siempre que coinciden hay muy buen ambiente porque saben que tienen su espacio.
DANZA en mayúsculas
Cuando habla de la danza, en general, es para relacionarla con la palabra amor, trabajo, respeto, pasión, filosofía de vida… asegura que lo privado se queda en segundo plano porque “la danza es un lenguaje, una manera de expresar sentimientos, bailando, coreografiando, viendo un espectáculo, tomando clase, desde cualquier punto que la mires o experimentes es una manera de relacionar tu vida con el mundo exterior a través de un canal, es un modelo, es mucho más que una profesión”.
El lado oscuro, por ponerle un pero, “los dolores de cuerpo cuando tienes más de 30. Yo tengo 32 y lo más duro es el dolor, cuando tienes una lesión y es grave, te puedes venir abajo”. El agotamiento también pasa factura, pero está seguro de que “un show de quince minutos lo supera todo, te compensa”, aunque ha observado que, con el paso de los años, los problemas físicos que superaste de niño vuelven a salir, y esta vez sin marcha atrás. El secreto para Juanjo está en “bailar con dignidad, aceptando las limitaciones, sin frustrarte por lo que ya no puedes hacer”.
“Cuando eres un bailarín veterano sabes cómo vender tu trabajo, cómo pasar la información al público de manera que lo entienda mejor y le emocione, el público busca que se vea no ballet, no pasos y virtuosismo, sino sentimientos, y ahora estás más preparado por lo que has experimentado en tu vida como persona, lo que hace que compenses lo que pierdes técnicamente con lo que ganas interpretativamente… el punto medio es el perfecto”.
De cara a una retirada, no está de acuerdo con los que piensan que el bailarín tiene que dejar radicalmente el escenario, más bien defiende que el artista adapte lo que baila a sus posibilidades. Como ejemplo de reciclaje digno nombra a Bayshnikov, que sigue llenando de magia un escenario con sólo pisarlo. “El truco está en saber coger lo que puedes o no puedes hacer, y que otras generaciones tomen el relevo, como ellos te lo dejaron a ti, es un ciclo, hay que ser generoso”.
Bailarín vocacional, no sabe a qué se hubiera dedicado si la danza no le hubiera elegido, no ve otra posibilidad. En su éxito profesional han influido positivamente su familia y amigos, que desde niño le apoyaron, incluso cuando se fue solo a Madrid con tan sólo 17 años. “Los padres son muy importantes a la hora del desarrollo del bailarín porque, si no lo tienen, es peligroso. Nos independizamos muy pronto, y si no estás preparado mentalmente, puedes tener problemas. Es duro salir de tu casa y entrar en un mundo que es una competición diaria, sana o no sana, y al mismo tiempo hacer tus actividades diarias, pagar piso, luz, lavar, comer, hacer vida normal pero sin ni siquiera ser mayor de edad. Por un lado pierdes un poco de tu juventud, pero luego la recuperas porque llegas a un grupo en el que todos están igual que tú. Funcionamos de otra manera, tal vez por eso dicen que los bailarines siempre parecemos más jóvenes de lo que somos”.
Volcado en la coreografía, vería una locura tirar todo el esfuerzo que está haciendo para abandonar la danza: “siempre estaré metido en este mundo de una forma u otra”. Consciente de que durante la etapa activa del bailarín es cuando más contactos se tienen dentro de la profesión, aprovecha ahora para forjar su futuro, sin esperar a que llegue el momento. “Si paras de bailar y empiezas desde cero cuando estás fuera del círculo, es muy difícil llamar a las puertas, es más fácil cuando estás dentro, aunque sea duro compaginar dos carreras al mismo tiempo, pero si te gusta, es lo que hay que hacer”.
Realista convencido, concluye: “No me gusta soñar, me gusta visualizar pero no irme lejos. No me gusta planear mi vida, prefiero vivir al día. Soy una persona con los pies en la tierra. Me gusta tocar las cosas y cogerlas, y si están muy lejos no llego y me frustro por el camino. Ahora… si tuviera que elegir un sueño… diría tener varias piezas mías en todo el mundo. Eso sería un premio”.