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Entrevista a Javier Latorre
“Hoy no se vive para bailar, se baila para vivir”
Las palabras que en esta entrevista nos deja Latorre rezuman coherencia, sinceridad y valentía en el mismo grado que lo hacen sus montajes. Un hombre de principios que sabe enfrentarse a una coreografía desde la seriedad, la investigación y la pasión, y que ha logrado abrir un nuevo camino en la manera de afrontar la creación coreográfica flamenca.
Por Luna E. Vílchez

P- El pasado 12 de junio se estrenó en Nápoles Fedra dirigido por Miguel Narros, con música de Enrique Morente y coreografiada por usted, ¿cómo ha sido el proceso de trabajo?
R- La experiencia de trabajar junto a estos dos mitos vivientes resulta impagable. Con Morente no ha sido la primera vez, ya que en 1998 monté Cosas de Payos para la Compañía Andaluza de Danza, y en 1999 hice la coreografía para la gira de Omega. Con Narros tuve el privilegio de formar parte del elenco original de Medea, coreografiada para el Ballet Nacional de España por José Granero. Por tanto, haberme visto ahora como coreógrafo junto a Narros y con una tragedia griega como nexo, ha tenido para mí una carga sentimental enorme y una responsabilidad artística añadida. Si a esto sumamos que por fin he podido crear una obra con Lola Greco, en mi opinión la mejor bailarina de la historia de la danza española, con todo el respeto a todas las grandes, trabajar con uno de los mejores bailaores de carácter, Alejandro Granados, con una pedazo de bailaora-cantaora-actriz, Carmelilla Montoya, y uno de los bailaores jóvenes con más proyección teatral del momento, Amador Rojas, junto a un cuerpo de baile de primera calidad, debo decir que ha sido un gustazo tanto el proceso como el resultado final.
P- ¿Por qué cree que tanto a los bailarines como a los directores les gusta contar con usted como coreógrafo?
R- Quiero creer que hay varias razones. A los bailarines, porque siento pasión por lo que hago y la transmito permanentemente. Porque aún puedo ejecutar técnicamente lo que les pido a ellos y porque saben que en mí, además de un “jefe” tienen a un amigo. Y los directores y productores, aparte de porque son 20 años y más de 40 obras montadas con un nivel de calidad y un sello propio reconocible, creo que saben que trabajo 24 horas al día y que mi entrega para que el resultado sea el deseado es total.
P- ¿Le gusta asomarse a la danza contemporánea y a las nuevas apuestas coreográficas que se están llevando a cabo?
R- A nivel conceptual y de lenguaje coreográfico he aprendido tanto de Mats Ek, de Bèjart o de Kylian, por citar algunos, que de Antonio Ruiz Soler, Antonio Gades o Granero, que son mis tres grandes referentes en la danza española. He coreografiado música que va desde Mozart a Lagartija Nick, pasando por Mauricio Sotelo, Wim Mertens o Vicente Amigo, y para eso hace falta muchísima información. La danza contemporánea y la neoclásica son las disciplinas más innovadoras, frente al estancamiento del ballet clásico (sobre todo en España) y la falta de competencia del flamenco a nivel mundial. En el ámbito del flamenco estamos a años luz de retraso. La palabra “coreógrafo” ha perdido su valor y su significado. Todo el que junta dos pasos es coreógrafo, y son muy pocos los que investigan y se interesan por otros estilos y por otras tendencias. La coreografía tiene cánones universales, aunque luego cada uno baile y cree en su “lengua materna”. Además ya se sabe que la endogamia, también la artística, puede acabar extinguiendo tanto a una especie como a una cultura.
P- ¿Qué carencias le ve al flamenco de hoy?
R- Técnicamente se baila mejor que nunca pero se explotan menos que nunca esas posibilidades. Los bailarines profesionales que toman clases a diario y tienen la danza como absoluta prioridad en sus vidas son excepciones en una generalidad cuyas prioridades son piso, coche, etc. Sé que me repito mucho pero hoy no se vive para bailar, se baila para vivir. Y para un coreógrafo, cuyo trabajo depende de la calidad de los bailarines, esta dinámica es una tragedia.
P- Aparte de su labor como coreógrafo se dedica a la enseñanza en una escuela que tiene en Córdoba desde el 2007, ¿qué le aporta este campo?
R- Éste es seguramente el lado más gratificante de mi labor, ver a mis alumnos crecer como personas y como artistas. El docente debe ser consciente de la trascendencia de su labor en el futuro de las vidas y las carreras de sus alumnos. Debe saberse ejemplo a seguir y ser consecuente con ello. Esto conlleva una gran implicación, así como las recompensas más gratificantes. Además, como comentaba antes, necesito buenos bailarines para que mis obras sean mejores y los bailarines que se han formado conmigo, por lógica, entienden mucho mejor y mucho antes lo que quiero expresar y la forma de conseguirlo. Además, cuantos mejores bailarines forme más posibilidades hay de que funden compañía propia y me contraten como coreógrafo, algo que ya me ha pasado con Daniel Navarro.