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Entrevista a Clara Barberá
Publicada en la Revista Por la Danza núm. 78
Talento, trabajo y tesón
Clara Barberá es el resultado de esta mezcla, una bailarina con muchos sueños pero con las ideas muy claras y con los pies en la tierra, que salió de su Valencia natal rumbo a Londres, con la idea de probarse a sí misma y saber si valía, y si estaba preparada para lo que estaba estudiando. Hoy en día puede decir que ha superado esa prueba personal después de pasar por compañías de prestigio como el English National Ballet o la Rambert Dance Company ocupando puestos destacados, y como reconfirmación, en los últimos días de 2007 fue nominada como Mejor Bailarina Revelación de Danza Moderna en los Critics'Circle National Dance Awards.
Por William Arroyo
Por William Arroyo
P- Acaba de estar nominada a unos premios en el Reino Unido ¿Qué premios son?
R- Son los Premios del Círculo Nacional de Críticos de Danza en el Reino Unido. Las nominaciones las hacen en función al trabajo realizado durante el año a nivel nacional, y en diferentes categorías, en mi caso fue como Mejor Bailarina Revelación en la modalidad de Danza Moderna, junto a dos bailarinas más. También hay nominaciones en la categoría de Mejor Bailarina Revelación en Danza Clásica, Mejor Bailarina en general, las mismas categorías para bailarín, Mejor Coreografía, Mejor Compañía, Mejor Compañía Extranjera, etc. Son unos premios muy importantes aquí en el Reino Unido.
P- ¿Qué ha significado para usted estar en la terna final?
R- Primero una gran sorpresa y luego una gran satisfacción, ver que se te reconoce el trabajo, el esfuerzo y sobre todo saber que estoy en el camino indicado, comunicando lo que quiero comunicar, y que la gente así lo recibe. Además que después de tanto tiempo haciendo clásico... y que sólo había tomado algunas clases de moderno en la escuela del English, pero nada más. Mira, con decirte que el primer trabajo al que tuve que enfrentarme nada más entrar al Rambert fue Swamp de Michael Clark y fue como ¡Dios cómo hago yo esto! y tuve que currármelo un montón, y el que ahora después de tres años y medio se me postule a estos premios por mi trabajo en danza contemporánea es gratificante, y una inyección de ánimo para seguir trabajando.
P- ¿Dónde y cómo comenzó a bailar?
R- Yo comencé en Valencia, con tres añitos mi madre me vio con salerillo y que me gustaba disfrazarme, hacer teatro, y me llevo a clases de ballet en la escuela de Mari Cruz Alcalá. A los 13 años decidí dejar el colegio y ponerme estudiar de noche en el instituto, fue un cambio un poco brusco pasar de estar con gente de tu edad a tener por compañeros a gente mucho más mayor, pero era la única forma de poder ir a tomar clases de ballet por las mañanas. Un año después pensé que era hora de ver qué nivel y qué posibilidades tenía, y la mejor manera de saberlo era salir de Valencia. Solicité una beca y me fui a Londres.
P- ¿Le concedieron la beca?
R- Sí, me concedieron la beca de Teatres de la Generalitat Valenciana Ajudes a la formació i la investigació en dos años consecutivos, y un año la beca `para la formación de profesionales en artes e industrias culturales´ del Ministerio de Educación y Ciencia.
P- ¿Y por qué Londres?
R- Porque lo tenía muy claro, si no valía para bailar por el motivo que fuera, me regresaría a Valencia sin sentir que había perdido el tiempo, ya que, por lo menos, volvería hablando ingles. Pero ya ves, sigo aquí. Entré en la escuela del English con 15 años cuando la edad mínima son 16, al año de estar aquí, que ya tenía la edad, pedí una beca y mientras esperaba la respuesta me busqué la vida para poder seguir tomando mis clases. Cuando me comunicaron que me la concedían, fue un gran alivio y comenzó mi carrera.
P- ¿Cuando y por qué el cambio de estilo?
R- Yo estuve durante siete años bailando en el English National Ballet, empecé como cuerpo de baile y además en las filas de atrás porque era de las más altas, a los cuatro años fui ascendida a solista. Allí bailé todos los grandes clásicos El Lago, Giselle, Bella Durmiente… y los disfruté mucho, y hacíamos también algunas piezas de neoclásico que teníamos en repertorio, entre las que estaba La Consagración de la Primavera de Kenneth Macmillan, y cuando tuve que aprenderme el papel principal, que lo estaba haciendo Tamara Rojo, la veía entre cajas y te ponía los pelos de punta, y yo pensaba "yo tengo que hacerlo", éramos cuatro las chicas que nos lo teníamos que aprender y pocas funciones, era difícil, pero trabajé a tope y finalmente me lo dieron y al terminar esa actuación fue cuando dije, esto es lo que yo quiero seguir haciendo y es hacia donde quiero enfocar mi carrera.
En el clásico si una bailarina no consigue hacer Odette, Julieta, Giselle, Aurora, los grandes papeles, es como que te queda poco por hacer, y yo sabía que por mi estatura poco más podría hacer en el clásico, porque soy muy grande y no es fácil encontrar partner para mí, solo me quedaba seguir de solista y dedicarme más a los papeles de carácter y poco más, o me arriesgaba y me lanzaba de cabeza al moderno para probar, si podía hacerlo, me gustaba y si me llenaba tanto como el clásico, y me decidí a cambiar.
Yo soy de las personas que necesito llegar a trabajar cada día con un objetivo, siempre con miras un poco más altas, con escalones que subir para seguir superándome, si no, es como que pierdo el interés. Eso es algo que me asusta un poco, el levantarme un día sin ilusión por algo en mi profesión.
P- ¿Recuerda alguna pieza o personaje con especial cariño de la etapa clásica?
R- Varios, me gusta mucho Balanchine, Who Cares?, Apollo, tal vez me quedaría con el papel de Calliope en Apollo, me dio muchas satisfacciones además lo bailamos tres veces en el Royal Opera House, nosotros siempre bailábamos en el Coliseum, y para mí era un sueño hecho realidad, poder bailar en ese escenario. La Bella Durmiente por ejemplo fue la primera oportunidad que me dieron como solista, haciendo el hada del temperamento y coincidió con una producción que hace el English todos los años en el Albert Hall. Adaptan grandes ballets, (El Lago, Cenicienta, Bella Durmiente, etc.) para hacerlos en este teatro que es circular y que se pueda ver bien desde cualquier sitio, es decir, que tienes que bailar con varios frentes para que todo el público te pueda ver, ¡bailar en círculo!, y justamente me tocó a mí, fue una experiencia maravillosa. La verdad es que todos los personajes que he hecho los he disfrutado, creo que en ese sentido he tenido suerte.
P- En el reciente taller coreográfico de los bailarines de la Rambert Dance Company, presentado el pasado 29 y 30 de enero en The Place, usted ha hecho una coreografía, ¿cómo fue?
R- Ha sido algo súper especial, arriesgado porque el nivel del Taller Coreográfico de la Rambert es muy alto e importante y mi vocabulario de moderno no es muy extenso, yo había hecho un par de coreografías en los Talleres del English, pero era diferente. Aquí me quería enfrentar a algo nuevo y saber si era capaz. La experiencia ha sido muy positiva, he recibido muy buenas criticas y sobre todo la dirección ha quedado muy satisfecha. Me están animando y estoy pensando en presentar otro trabajo el año que viene.
P- ¿De dónde vino la inspiración?
R- La inspiración vino precisamente de mi propia experiencia personal y de mi trayectoria como bailarina. Después de 12 años fuera de casa quería intentar proyectar a través de esta pieza mi miedo al desarraigo y a la pérdida de identidad. Aunque me siento cien por cien española, la influencia anglosajona sobre mi carácter y mi desarrollo como persona es algo que no puedo negar y con esta coreografía quería mostrar el híbrido de influencias que me hace ser quien soy.
P- ¿No fue un poco arriesgado presentar algo tan personal, tan hispano?
R- La verdad es que sí, pero era lo que sentía en ese momento y quería expresarlo, y no me arrepiento. Primero elegí la música, Asturias de Albéniz, y el poema La extranjera de Gabriela Mistral, y luego pude contar con las colaboraciones desinteresadas en el diseño del vestuario de Collado y García, (Carlos Collado de Madrid y Francisco García de Cáceres), dos diseñadores españoles con base aquí en Londres, y con la actriz española Amparo Climent (de Valencia) que amablemente se prestó a poner su voz para el poema, fue como poder redondear mi idea, y por si fuera poco, la guitarra española también estuvo compartiendo escenario conmigo tocada por la guitarrista inglesa Amanda Cook, que aceptoó encantada interpretar la pieza. Creo que el público asistente entendió perfectamente lo que yo quería expresar.
P- A la hora de montar el solo, ¿se sintió limitada para que no la clasifiquen de clásica?
R- Un poco sí, es la historia de mi vida últimamente, y también uno de mis retos al hacer esta coreografía era demostrar que ya no soy una bailarina clásica, evidente esa base esta ahí y a mí es a la primera que me gusta cuando voy a ver un ballet moderno encontrar una base técnica en los bailarines, eso es bonito, da una calidad al movimiento. Peor yo quería demostrar que sé moverme de otra forma. Creo que lo he conseguido, gente de mi compañía me esta diciendo que han descubierto cosas en mí que no sabían que tenía.
P- ¿Cómo se ve el panorama de la danza en España desde la distancia?
R- Yo creo que es muy positivo para la danza en España, a la vez que reconfortante, la evidente calidad que los bailarines españoles están demostrando prácticamente en el mundo entero. Basta con echar una mirada a la gran cantidad de compañías grandes y menos grandes, conocidas y menos conocidas, con grandes y pequeños proyectos, en las que hay bailarines españoles y en casi todas en puestos muy destacados, y no sólo de ballet clásico, también de neoclásico y de contemporáneo, lo que pone de manifiesto los buenos maestros que tenemos en España. Es difícil desde aquí hacerse a una idea, pero yo creo que está mucho mejor que cuando yo me fui, por lo menos ahora cuando te preguntan qué haces y dices que eres bailarina no te preguntan por tu profesión, esto lo he percibido en mis viajes a visitar a mi familia. Escucho que hay mucho movimiento, muchos proyectos, el que luego se hagan o no es otra cosa. Sería estupendo que se pudieran hacer por lo menos un par de todos los proyectos de los que se oye hablar, y mejorar los que ya existen.
Clara no conforme con todo lo que hace actualmente, compagina su trabajo en la Rambert Dance Company con estudios universitarios en el área de Business Management a través de The Open University de Londres. Desde Por la Danza le deseamos todo lo mejor, que el cambio que ha realizado le siga dando satisfacciones, y que continúe haciendo realidad sus sueños.
R- Son los Premios del Círculo Nacional de Críticos de Danza en el Reino Unido. Las nominaciones las hacen en función al trabajo realizado durante el año a nivel nacional, y en diferentes categorías, en mi caso fue como Mejor Bailarina Revelación en la modalidad de Danza Moderna, junto a dos bailarinas más. También hay nominaciones en la categoría de Mejor Bailarina Revelación en Danza Clásica, Mejor Bailarina en general, las mismas categorías para bailarín, Mejor Coreografía, Mejor Compañía, Mejor Compañía Extranjera, etc. Son unos premios muy importantes aquí en el Reino Unido.
P- ¿Qué ha significado para usted estar en la terna final?
R- Primero una gran sorpresa y luego una gran satisfacción, ver que se te reconoce el trabajo, el esfuerzo y sobre todo saber que estoy en el camino indicado, comunicando lo que quiero comunicar, y que la gente así lo recibe. Además que después de tanto tiempo haciendo clásico... y que sólo había tomado algunas clases de moderno en la escuela del English, pero nada más. Mira, con decirte que el primer trabajo al que tuve que enfrentarme nada más entrar al Rambert fue Swamp de Michael Clark y fue como ¡Dios cómo hago yo esto! y tuve que currármelo un montón, y el que ahora después de tres años y medio se me postule a estos premios por mi trabajo en danza contemporánea es gratificante, y una inyección de ánimo para seguir trabajando.
P- ¿Dónde y cómo comenzó a bailar?
R- Yo comencé en Valencia, con tres añitos mi madre me vio con salerillo y que me gustaba disfrazarme, hacer teatro, y me llevo a clases de ballet en la escuela de Mari Cruz Alcalá. A los 13 años decidí dejar el colegio y ponerme estudiar de noche en el instituto, fue un cambio un poco brusco pasar de estar con gente de tu edad a tener por compañeros a gente mucho más mayor, pero era la única forma de poder ir a tomar clases de ballet por las mañanas. Un año después pensé que era hora de ver qué nivel y qué posibilidades tenía, y la mejor manera de saberlo era salir de Valencia. Solicité una beca y me fui a Londres.
P- ¿Le concedieron la beca?
R- Sí, me concedieron la beca de Teatres de la Generalitat Valenciana Ajudes a la formació i la investigació en dos años consecutivos, y un año la beca `para la formación de profesionales en artes e industrias culturales´ del Ministerio de Educación y Ciencia.
P- ¿Y por qué Londres?
R- Porque lo tenía muy claro, si no valía para bailar por el motivo que fuera, me regresaría a Valencia sin sentir que había perdido el tiempo, ya que, por lo menos, volvería hablando ingles. Pero ya ves, sigo aquí. Entré en la escuela del English con 15 años cuando la edad mínima son 16, al año de estar aquí, que ya tenía la edad, pedí una beca y mientras esperaba la respuesta me busqué la vida para poder seguir tomando mis clases. Cuando me comunicaron que me la concedían, fue un gran alivio y comenzó mi carrera.
P- ¿Cuando y por qué el cambio de estilo?
R- Yo estuve durante siete años bailando en el English National Ballet, empecé como cuerpo de baile y además en las filas de atrás porque era de las más altas, a los cuatro años fui ascendida a solista. Allí bailé todos los grandes clásicos El Lago, Giselle, Bella Durmiente… y los disfruté mucho, y hacíamos también algunas piezas de neoclásico que teníamos en repertorio, entre las que estaba La Consagración de la Primavera de Kenneth Macmillan, y cuando tuve que aprenderme el papel principal, que lo estaba haciendo Tamara Rojo, la veía entre cajas y te ponía los pelos de punta, y yo pensaba "yo tengo que hacerlo", éramos cuatro las chicas que nos lo teníamos que aprender y pocas funciones, era difícil, pero trabajé a tope y finalmente me lo dieron y al terminar esa actuación fue cuando dije, esto es lo que yo quiero seguir haciendo y es hacia donde quiero enfocar mi carrera.
En el clásico si una bailarina no consigue hacer Odette, Julieta, Giselle, Aurora, los grandes papeles, es como que te queda poco por hacer, y yo sabía que por mi estatura poco más podría hacer en el clásico, porque soy muy grande y no es fácil encontrar partner para mí, solo me quedaba seguir de solista y dedicarme más a los papeles de carácter y poco más, o me arriesgaba y me lanzaba de cabeza al moderno para probar, si podía hacerlo, me gustaba y si me llenaba tanto como el clásico, y me decidí a cambiar.
Yo soy de las personas que necesito llegar a trabajar cada día con un objetivo, siempre con miras un poco más altas, con escalones que subir para seguir superándome, si no, es como que pierdo el interés. Eso es algo que me asusta un poco, el levantarme un día sin ilusión por algo en mi profesión.
P- ¿Recuerda alguna pieza o personaje con especial cariño de la etapa clásica?
R- Varios, me gusta mucho Balanchine, Who Cares?, Apollo, tal vez me quedaría con el papel de Calliope en Apollo, me dio muchas satisfacciones además lo bailamos tres veces en el Royal Opera House, nosotros siempre bailábamos en el Coliseum, y para mí era un sueño hecho realidad, poder bailar en ese escenario. La Bella Durmiente por ejemplo fue la primera oportunidad que me dieron como solista, haciendo el hada del temperamento y coincidió con una producción que hace el English todos los años en el Albert Hall. Adaptan grandes ballets, (El Lago, Cenicienta, Bella Durmiente, etc.) para hacerlos en este teatro que es circular y que se pueda ver bien desde cualquier sitio, es decir, que tienes que bailar con varios frentes para que todo el público te pueda ver, ¡bailar en círculo!, y justamente me tocó a mí, fue una experiencia maravillosa. La verdad es que todos los personajes que he hecho los he disfrutado, creo que en ese sentido he tenido suerte.
P- En el reciente taller coreográfico de los bailarines de la Rambert Dance Company, presentado el pasado 29 y 30 de enero en The Place, usted ha hecho una coreografía, ¿cómo fue?
R- Ha sido algo súper especial, arriesgado porque el nivel del Taller Coreográfico de la Rambert es muy alto e importante y mi vocabulario de moderno no es muy extenso, yo había hecho un par de coreografías en los Talleres del English, pero era diferente. Aquí me quería enfrentar a algo nuevo y saber si era capaz. La experiencia ha sido muy positiva, he recibido muy buenas criticas y sobre todo la dirección ha quedado muy satisfecha. Me están animando y estoy pensando en presentar otro trabajo el año que viene.
P- ¿De dónde vino la inspiración?
R- La inspiración vino precisamente de mi propia experiencia personal y de mi trayectoria como bailarina. Después de 12 años fuera de casa quería intentar proyectar a través de esta pieza mi miedo al desarraigo y a la pérdida de identidad. Aunque me siento cien por cien española, la influencia anglosajona sobre mi carácter y mi desarrollo como persona es algo que no puedo negar y con esta coreografía quería mostrar el híbrido de influencias que me hace ser quien soy.
P- ¿No fue un poco arriesgado presentar algo tan personal, tan hispano?
R- La verdad es que sí, pero era lo que sentía en ese momento y quería expresarlo, y no me arrepiento. Primero elegí la música, Asturias de Albéniz, y el poema La extranjera de Gabriela Mistral, y luego pude contar con las colaboraciones desinteresadas en el diseño del vestuario de Collado y García, (Carlos Collado de Madrid y Francisco García de Cáceres), dos diseñadores españoles con base aquí en Londres, y con la actriz española Amparo Climent (de Valencia) que amablemente se prestó a poner su voz para el poema, fue como poder redondear mi idea, y por si fuera poco, la guitarra española también estuvo compartiendo escenario conmigo tocada por la guitarrista inglesa Amanda Cook, que aceptoó encantada interpretar la pieza. Creo que el público asistente entendió perfectamente lo que yo quería expresar.
P- A la hora de montar el solo, ¿se sintió limitada para que no la clasifiquen de clásica?
R- Un poco sí, es la historia de mi vida últimamente, y también uno de mis retos al hacer esta coreografía era demostrar que ya no soy una bailarina clásica, evidente esa base esta ahí y a mí es a la primera que me gusta cuando voy a ver un ballet moderno encontrar una base técnica en los bailarines, eso es bonito, da una calidad al movimiento. Peor yo quería demostrar que sé moverme de otra forma. Creo que lo he conseguido, gente de mi compañía me esta diciendo que han descubierto cosas en mí que no sabían que tenía.
P- ¿Cómo se ve el panorama de la danza en España desde la distancia?
R- Yo creo que es muy positivo para la danza en España, a la vez que reconfortante, la evidente calidad que los bailarines españoles están demostrando prácticamente en el mundo entero. Basta con echar una mirada a la gran cantidad de compañías grandes y menos grandes, conocidas y menos conocidas, con grandes y pequeños proyectos, en las que hay bailarines españoles y en casi todas en puestos muy destacados, y no sólo de ballet clásico, también de neoclásico y de contemporáneo, lo que pone de manifiesto los buenos maestros que tenemos en España. Es difícil desde aquí hacerse a una idea, pero yo creo que está mucho mejor que cuando yo me fui, por lo menos ahora cuando te preguntan qué haces y dices que eres bailarina no te preguntan por tu profesión, esto lo he percibido en mis viajes a visitar a mi familia. Escucho que hay mucho movimiento, muchos proyectos, el que luego se hagan o no es otra cosa. Sería estupendo que se pudieran hacer por lo menos un par de todos los proyectos de los que se oye hablar, y mejorar los que ya existen.
Clara no conforme con todo lo que hace actualmente, compagina su trabajo en la Rambert Dance Company con estudios universitarios en el área de Business Management a través de The Open University de Londres. Desde Por la Danza le deseamos todo lo mejor, que el cambio que ha realizado le siga dando satisfacciones, y que continúe haciendo realidad sus sueños.