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Belén Maya, 30 años en la vanguardia de la danza flamenca
Por Danza.es, 12 de septiembre de 2014
Absolutamente creativa e inconformista, Belén Maya nunca se ha resignado a seguir los cauces de lo establecido. Quizás su nacimiento en Nueva York –tan lejos de la geografía jonda- la predestinó a esa concepción del mundo cosmopolita de la que no ha podido apartarse. Su intuición la llevó a explorar nuevas dimensiones para renovar desde sus primeros pasos el lenguaje de la danza flamenca. “Los invitados”, su espectáculo más reciente, ha sido distinguido con el Premio de la Crítica en el Festival de Jerez, el más importante del mundo dedicado al baile flamenco. Una buena forma de celebrar sus tres décadas en la vanguardia.
Aunque es hija de dos grandes de la danza flamenca -Mario Maya y Carmen Mora- Belén Maya (Nueva York, 1966) comenzó relativamente tarde como profesional: fue en 1984, cuando tenía 18 años. Hasta entonces la danza había formado parte de su vida, no sólo por la profesión de sus progenitores, sino también por su formación en academias de baile clásico.
Pero fue hace ahora justamente 30 años, en 1984, cuando inspirándose en un baile de Carmen Mora, Belén Maya montó su primera coreografía para interpretar ante el público de manera profesional. Lo hizo en el tablao Los Gallos de Sevilla. Desde entonces Belén Maya ha estado permanentemente renovando los códigos de la danza flamenca y su imagen se convirtió en el icono de la renovación flamenca cuando fue elegida por Carlos Saura para representar a las nuevas generaciones en su película “Flamenco” (1995), siendo además la imagen del cartel de dicho film.
Pionera: otro flamenco era posible
“El baile flamenco no es el vestuario, ni siquiera la música. Es una sensación, un tipo de movimiento que mueve una emoción”, afirma la coreógrafa. Desde esta perspectiva, Belén Maya ha desarrollado su carrera profesional a partir de la continua necesidad de explorar y profundizar en todo ese entramado de elementos activos: música, escena, narración, interpretación, teatralidad, lenguaje, etc., hasta llegar a la última y principal piedra clave de ese edificio creativo de reflexión y comunicación: el ser humano que lo construye. Ella.
Así, Belén Maya demostró en su momento que otro flamenco era posible alejándose de lo accesorio para centrarse en lo esencial de este arte, al que además, le aporta sus constantes investigaciones con la dramaturgia. Belén Maya ha sido posiblemente la primera artista que ha impulsado los códigos de la danza flamenca del cambio de siglo: no por añadir nuevas normas sino más bien por liberarla de límites, por hacer posible la convivencia del flamenco con otros lenguajes y, en definitiva, por abrir de par en par las compuertas de la libertad léxica, sintáctica y semántica en el baile y en la escena.
Danza y teatro
En su evolución, Belén Maya ha ido generando un concepto progresivamente expansivo de la expresión artística. Así, en los últimos años abre una nueva dimensión y demuestra un especial interés por desarrollar su vertiente teatral. Al cuerpo en movimiento, Belén Maya añade con eficacia el gesto y la palabra para abordar el siempre difícil reto de construir el personaje dramático.
Crear y compartir
Este interés de Belén Maya por ahondar en el proceso creativo no sólo alimenta su movimiento interno sino que genera además una dimensión centrífuga desde el instante en que expresa en alto y comparte sus reflexiones con otros artistas: “Somos islas –reprocha la artista-, islas de gente que ya ha creado un lenguaje muy personal, mundos aislados y muy complejos cada uno”. De ahí su interés por generar y aceptar colaboraciones, por invitar a otros compañeros a sus espectáculos, por sumar elementos a su propio sistema.
Consecuencia añadida de esta necesidad de extraer conclusiones y de compartirlas son las tutorías y conferencias con las que enriquece sus actividades académicas, así como los encuentros con el público que mantiene tras los espectáculos. El argumento último es siempre el mismo: la creación, que es finalmente la esencia y la justificación del trabajo artístico.
Es fácil disfrutar de los espectáculos de Belén Maya. Sus procesos de investigación se sustancian en conclusiones limpias, claras, sin ruidos y siempre integrando la belleza estética en su discurso como su más eficaz herramienta expresiva. Pero su verdadera dimensión se aprecia cuando, además, somos capaces de contextualizar su trabajo situándolo en el centro de gravedad de ese complejo sistema de elementos y relaciones a partir de las cuales la artista nos hace partícipes de su concepción holística del flamenco.
Huella de autora
Desde aquel primer baile de 1984, Belén Maya ha ido dejando clara constancia de su sello. Espectáculos como “La diosa en nosotras”, “Flamenco de cámara”, “Fuera de los límites” o “Dibujos”, y colaboraciones con artistas como Carlos Saura, Israel Galván (en la foto, en Lo real), Carmen Linares o Mario Maya, entre otros, reflejan ese mundo creativo tan personal que Belén Maya ha sabido construir poco a poco, sin prisa, y que le ha valido reconocimientos como el de Mejor Bailaora según los Premios de la Crítica Flamenco Hoy (por partida doble) o el Premio de la Crítica del Festival de Jerez, que concede la Cátedra de Flamencología de Jerez. Importantes distinciones para una relación de compromiso nada convencional con la danza.
Romper con los códigos no es fácil. Hacerlo con acierto aun lo es menos. Y seguir siendo tras 30 años de profesión una referencia en la evolución del lenguaje flamenco es toda una proeza que solo se consigue con constancia, con coherencia y, desde luego, con genialidad. Así han sido estas tres décadas de Belén Maya a la vanguardia de la danza flamenca.
Sus espectáculos:
La diosa en nosotras (1996)
Mayte + Belén (1997)
Flamenco de Cámara (2003)
Fuera de los límites (2004)
Dibujos (2005)
Souvenir (2007)
La Voz de su Amo (2007)
Bailes Alegres para Personas Tristes (2010)
Tr3s (2011)
Habitaciones (2011)
Trasmín (2013)
Los Invitados (2014)