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Bailarines y músicos valencianos se unen en Sagunto
Publicado por Roger Salas en El País, 1 de agosto de 2013
- El Festival de Verano se abre a lo grande con ‘El pájaro de fuego’
- Arranca una nueva y promisoria etapa para el Ballet de la Generalitat
En medio de la tempestad de un ERE, recortes y otros escollos burocráticos, la compañía oficial de danza de la Generalitat valenciana (Ballet de la Generalitat: BG) ha conseguido lo que ninguna otra agrupación pública española, es decir, adherirse orgánicamente y en residencia a un ente lírico: el Palau de les Arts, tercera en importancia del estado español; el BG ya participa en las producciones de ópera. Esto siempre había sido una aspiración y una quimera de los ballets nacionales y de otras compañías que se quedaron en el duro andar del ballet local en cualquiera de sus géneros, ramas y estilos. Haciendo historia, lo intentaron en su momento Víctor Ullate, María de Ávila (se llamaba Ballet Nacional Clásico, entre otras denominaciones efímeras posteriores); Nacho Duato con su bautizada Compañía Nacional de Danza lo soñó y pidió también: ellos aspiraban, con toda lógica, al Teatro Real de Madrid (un derecho que, por su parte, también asiste al Ballet Nacional de España); Ángel Corella lo mismo al Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Tampoco ninguna compañía española ha tenido en su estructuración una orquesta con la que disponer y planificar un trabajo perspectivo decente. Estas necesidades básicas se vuelven verdades de Perogrullo que aparecen una y otra vez siempre que se habla de crisis en la danza española. El asunto viene de antiguo y es parte de la gran deuda con la estabilización y recursos de la especialidad.
Ahora los Ballets se han mudado al Palau de les Arts (el centro Coreográfico de Burjassot sigue sus actividades en el remodelado teatro Rialto, en el centro de la ciudad) y han hecho una primera colaboración a lo grande con la Joven Orquesta de la Generalitat en el festival de verano de Sagunto, dirigida por Manuel Galduf. El trajinado espacio monumental acogió los días 27 y 28 un programa ambicioso (que se repetirá a principios de temporada en el Teatro Principal) y en cierto sentido tan sinfónico como comprometido, compuesto por una versión escénica libre de Invitación a la danza de Carl Maria von Weber (en el ensoñador arreglo orquestal de Hector Berlioz) y El pájaro de fuego de Igor Stravinski en su versión íntegra de 1910, la que dio lugar a la pieza de danza homónima, uno de los emblemas de los Ballets Russes de Serguéi Diáguilev. El pájaro de fuego ha seducido a muchos coreógrafos modernos, entre ellos a Maurice Béjart. Para el BG, el joven coreógrafo francés Davy Brun (que había hecho fundamentalmente su carrera de bailarín en el Ballet de la Ópera de Lyon) ideó una visión actual y también comprometida con la realidad y el momento; es como si la obra musical, en uno de sus valores imperecederos, obligara al coreógrafo a plantearse un reto no sólo estético, sino moral.
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Roger Salas en El País