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Biografías
Isadora Duncan
Bailarina y revolucionaria sentó las bases de una danza que se alejaba de lo clásico
Se cuenta de ella que a los cinco años anunció a su familia que quería ser bailarina y revolucionaria. Y las dos cosas las consiguió. Leyenda de la danza, Isadora Duncan sentó las bases de un movimiento muy particular alejado de todo clasicismo. Encontró en la Grecia clásica una fuente inagotable de inspiración. Estudió las danzas griegas y se cambió su nombre original, Ángela, por el de Isadora. Su madre la envolvió desde pequeña en un exquisito ambiente de poesía, pintura y música contemporáneas. Y todo ello se refleja en el hacer de Isadora Duncan, reacia a las técnicas de enseñanza tradicional. A los 19 años se marchó a Nueva York y conoció al dramaturgo Augustín Daly, que le brindó la oportunidad de poder actuar en varios escenarios. El escándalo estaba servido. Una Isadora descalza, ataviada con túnica y sin maquillaje, bailando apasionadamente, dejaba atónito a público y crítica. Hubo asombro, pero también éxito. Y la joven revolucionaria de la danza comenzó un periplo por teatros europeos que aumentó su fama y creó escuelas en Francia, Alemania y Rusia. Fue para este país para quien realizó su danza The march slav, inspirada en la revolución bolchevique. Con una vida dedicada casi exclusivamente a la investigación del movimiento, Isadora Duncan se presenta como una pionera en la danza moderna. Murió en 1927 en Niza, donde llevaba recluída unos años y donde escribió su obra póstuma El arte de la danza, cuando conducía su coche y se le enredó en él la bufanda que rodeaba su cuello. Otra obra de la bailarina es Mi vida, publicada en 1926.