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Carmen Mota mantiene, desde hace años, un lugar destacado en el mundo de la danza española. Su nombre se ha convertido en sinónimo de pasión, exuberancia y espectáculo.  Ha dedicado toda su vida a este arte, pasión que refleja en cada uno de sus espectáculos, en los que hace vibrar al público con su particular sentido estético. Su trabajo se distingue en todo el mundo por sus innovadoras coreografías, de estilos muy diversos, que fusionan la danza española más moderna con la tradicional.

Su carrera profesional dio comienzo a los 16 años de la mano de Silvia Ibars. Más tarde continuaría al lado de otras dos grandes figuras de la danza: Pilar López y la compañía de Mariemma. Solo dos temporadas más tarde era primera solista en el cartel de la compañía de Antonio El bailarín. Y a los 20 años figuraba como primera bailarina y responsable de la coreografía de uno de los espectáculos de la compañía de la gran Carmen Amaya. Firmó las coreografías de cuatro de los espectáculos internacionales de Lola Flores. A partir de entonces formará pareja de baile con Joaquín Robles, junto a quien funda su primera compañía -Ballet de Carmen Mota y Joaquín Robles-, con la que recorrieron la geografía española y salas y festivales de Europa y América.

Creadora de cada espectáculo propio, su interés es compartir con el público una versión diferente de España y su interpretación del arte. Ha sabido romper con la tradición y los clichés gracias a unas puestas en escena que respiran magia y modernidad. Le gusta arriesgar aplicando las más novedosas propuestas del mundo del arte a sus creaciones. Con el nuevo siglo, su compañía ha adquirido mayor proyección en el extranjero. Y Mota ha establecido sinergias con coreógrafos como Antonio Najarro, Rocío Molina, Carlos Chamorro, Ricardo Franco y, en especial, Joaquín Marcelo.

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